A las frías y la cáscara, sólo una vez se llama

Foto Agencia Reforma)

La fiesta grande comenzó en el futbol mexicano y el ambiente en la cantina La Cáscara de Seattle estaba como viernes en casa de diputado.

“¡El tiempo pasa y a la Libertadores no puedo olvidar! ¡La traigo en mi pensamiento constante mi amor! ¡Y aunque con la Liguilla trato de olvidarla cada día la extraño más! ¡Las noches sin ella, agrandan mi soledad! ¡A veces he estado a punto de irla a buscar! ¡Dime qué cosa me hiciste que no te puedo olvidar!”, cantó amargamente el Chido One, brindando por sus Águilas recién eliminadas de la Copa Libertadores.

“No llore, mi estimado chilango, que al menos el América podrá enfocarse en un solo torneo y no dudo que sea la sorpresa de la Liguilla”, comentó Don Pedro quien es puma de corazón, mientras ojeaba la sección deportiva de La Raza del Noroeste. “Pues si no lloro, nomás me acuerdo de las que falló Vuoso y Vicente Sánchez y se me pone la carne de gallina del coraje”, respondió el Chido One, pidiendo una ronda más.

“¡Este amor tan rayado, anda todo alborotado por a la final volver! ¡Voy camino a la Liguilla y aunque todos lo dudan, sé dobletear! ¡Nos alejamos hace tiempo, pero a Monterrey le llegó el momento de volver! ¡Vucetich tenía mucha razón y le hago caso al corazón y me muero por a la final volver! ¡Y volver, volver, vooolveeer a la final otra vez! ¡Le ganaremos a los Pumas porque los regios queremos volver, volver, volveeer!”, cantó el cantinero quien es más norteño que el cabrito, mientras destapaba las espumosas.

Don Pedro se puso colorado del coraje, igualito a candidato sin bono navideño, pero antes de que al cantinero le contestara, la abuela Chucha entró y como los Tigres del Norte (y no los del Tuca) con garra se entonó. “¡Ya está cerrada con tres candados y remachada la gran Liguillaaa! ¡Porque el Tuca está celoso y tiene miedo que a las Chivas más las quieran! ¡Ha de pensar que estando encerrados, van a dejar al Cubo de quererlo! ¡Pero ni su defensa ni cien candados van a poder a mi Rebaño detenerlooo!”, cantó la doñita, mientras de la oreja se llevaba a su nieto el Chido One y es que tenía tres horas que a las tortillas lo había mandado y antes de la cantina salir, a Don Pedro, guiñándole el ojo, le dijo: “Y lo espero en mi casa, viejo remilgón, para ver la Liguilla, echarnos unas frías y chutarnos una cáscara, haber si como ladra echa pata”.

¡Nos chutamos la próxima semana!

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