Campeón ¿Después de un Siglo?

Hay muchos equipos grandes que son seguidos, adorados, solo porque son equipos grandes.

Los ejemplos son muchos y, en algunos casos, es posible que sea hasta un poco aburrido. El Olimpia de Honduras ha sido Campeón 20 y tantas veces, y aunque no ganó el último torneo, con todo respeto a los seguidores de los Leones Blancos, a quienes menciono solo como ejemplo, estoy seguro que hay muchos “Catrachos” que los siguen porque hay más chance de ganar, cuando se es “grande”.

Por eso siempre me han llamado la atención los equipos “Chicos”, los de ciudades pequeñas y remotas, o de barriadas pobres, con estadios chicos y a veces destartalados; donde los niños crecen con una pasión que combina los recuerdos del abuelo, con las vivencias de escasez, con las calles angostas o empedradas, llenas de amor por los once, que se baten cada domingo contra los de chequera grande.

Al Atlante de México le dicen “el equipo del pueblo”, y es tan pobre, por decirlo de algún modo, que no encontró espacio real en Ciudad de México, y le tocó irse a establecer su sede en Cancún.

Pero hoy es el campeón de Centro y Norte América.

El Atlético Huila juega en la pequeña ciudad de Neiva, en Colombia, en la zona urbana más cercana a una selva, infestada de guerrilla.

Sin embargo, al momento de escribir este comentario, el Huila se bate por encima de dos “grandes”, para posiblemente llegar a la final en su país y entrar en la Copa Libertadores.

Por supuesto, hay más ejemplos de equipos chicos que de equipos grandes; pero cada vez que David sacude a Goliat, somos muchos los que sentimos aprecio por ellos, y admiración.

Este domingo, cuando en Seattle sean las 12 del mediodía (TV por Fox Sports en Español), el pequeño Club Atlético Banfield, que hace más de un siglo representa una zona no muy favorecida del sur de Buenos Aires, Argentina, saltará a “La Bombonera”, la cancha del poderoso Boca Juniors, a buscar su primer título de la División máxima del fútbol argentino.

Banfield es un equipo chico, que ha pasado sus por lo menos 105 años de historia, saltando entre la parte baja de la tabla en Primera División, y las partes altas de la Segunda y la Tercera, según el caso. Su plantel actual podría decirse que está formado por jornaleros del balompié argentino, ninguna figura con mayor historia, quienes cuentan con el refuerzo de un talentoso colombiano, James Rodriguez, y de un aguerrido uruguayo, Santiago Silva.

Para los de aquella zona vieja del gran Buenos Aires, el día de mañana representa la esperanza guardada por más de tres generaciones, que crecieron amando al Banfield y que esperan llevar en caravana la Copa, desde la Boca hasta su medio destartalado estadio, de casi 70 años de edad.

Para el resto del mundo, o sea, nosotros, el fenómeno representa en mi opinión, lo interesante que se ha puesto el mundo, gracias a que la “globalización” ha ajustado un poco las cargas del fútbol mundial.

Hoy en día los mejores futbolistas del mundo juegan en Europa, las ligas del viejo continente están llenas de millones, y como consecuencia, de Messis, Ronaldos, Drogbas, a quienes vemos entretenidos por televisión, como quien está viendo algo que admira, pero que no es suyo.

¿Y el resto..?. el resto de jugadores actuan casi literalmente en cualquier parte del mundo, en cualquier país, en cualquier equipo, grande o chico.

Argentina, como ejemplo, es un país que ha permitido el desangre de su fútbol, vendiendo a sus jugadores más valiosos desde antes de que les salga barba; Messi es el ejemplo más conocido, pero D’Alessandro, Higuaín, Di Santo, a quién vimos en Seattle con Chelsea, pero nunca jugó en primera en Argentina, son algunas muestras de ese mal.

El poderoso Barcelona es un ejemplo de ese fenómeno, ha sumado a su cantera, además de Messi, a dos jóvenes mexicanos (los hermanos Dos Santos) y un muchacho venezolano (Jeffrén Suarez), sin que llegaran a jugar en las ligas de sus países.

Nuestras verdaderas figuras juveniles casi siempre migran jóvenes a ese millonario fútbol de Europa, lo que baja la calidad general de el fútbol doméstico; es quizás por eso que América no gana hace mucho tiempo la Copa Mundial de Clubes, antes Intercontinental.

Pero parte de la consecuencia es buena, para nosotros al menos; en nuestro continente ahora se juega un fútbol más parejo, porque no hay figuras que acaben con el balance, con la emoción.

Aunque siempre ha habido equipos chicos que sorprenden, ahora las sorpresas suceden casi cada año; desde el Liberia Mía de Costa Rica, hasta el joven Metapán en El Salvador, o el Cienciano en Perú. Ahora hay más espacio para el progreso de equipos como el Atlante, como Huila,

Los grandes ya no son lo que eran y eso, yo creo, es bueno para todos.

Una nota aparte, un poco simpática para terminar, ¿saben cómo se llamaba el arquero del Banfield, cuando ganó el campeonato argentino de Segunda División en 1973?

Ricardo Antonio La Volpe.

Suerte para el Banfield mañana, cuando un David vuelve a meterse en la cancha de un Goliat.

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