Cuando no llueve llovisna

Por Efrain Palomino Morales

Corresponsal de La Raza del Noroeste

Todavía no nos recuperábamos del balde de agua fría que nos echó Estados Unidos en el primer partido del hexagonal cuando la llovizna terminó de empaparnos (y conste que todavía falta para el sábado de gloria) al ver cómo nuestros chamacos de la Sub-20 quedaron triste y vergonzosamente eliminados del Premundial de la Concacaf rumbo a Egipto 2009.

¿Quiénes son los culpables de que el agua nos esté llegando hasta el gañote?, ¿será el Mesías de Coapa por dejar a los escuincles sin técnico a escasas semanas de comenzar el Premundial?, ¿quizá sea el mostacho relamido de Lavolpe por no prestar a sus jugadores ni para ir por el pan?, ¿o qué me dicen de los propios chavales seleccionados que nomás no dan el estirón para sacar del atolladero a la verde?

Para estos momentos del partido es inútil señalar a los culpables de una tormenta que ya hizo un lodazar. Más bien es hora de ser autocríticos y encontrar respuestas reales del porqué México no calificó a las olimpiadas de Beijing 2008 si contaba con tantas estrellas en el equipo, del porqué no se ganó un boleto para el mundial Sub-17 pasado cuando ya fuimos campeones de la categoría y del porqué nos perdimos la justa de Egipto Sub-20 si la mayoría de los seleccionados tienen experiencia de Primera División.

Esta eliminación es un duro golpe para el seno del fútbol mexicano, tan es así que en el ambiente a nivel de cancha (y sobre todo a nivel directivo) se percibe mucho nerviosismo, y no es para menos, ya que el Tri mayor se medirá a Costa Rica en el segundo partido del hexagonal y en los lavaderos cascareros ya se mastica que si llegan a perder los nuestros será el último clavo en el ataúd de Don Sven.

A pesar de la tormenta que se posa sobre nosotros, las cosas están más claras que el agua: o levantamos la cara y sacamos el orgullo azteca para vencer a los ticos y recuperar nuestro nivel en la zona, o de plano nos dedicamos a jugar canicas, al cabo que ahí ni quién nos gane ¿Qué no?